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El tema de los refugiados palestinos es otro punto caliente en las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. La parte palestina reclama que aquellos árabes expulsados tras la Guerra de Independencia israelí (1948-49) y la Guerra de los Seis Días (1967), entre 700 mil y 900 mil personas (según datos de la UNRWA), regresen a sus hogares, o lo que quede de ellos, cuya ubicación se encuentra dentro del actual Estado de Israel. Además exigen que sus descendientes, casi 5 millones de personas, también puedan regresar al hogar de sus abuelos.

Si bien es cierto que Israel expulsó población árabe durante y después de la guerra, al igual que los árabes expulsaron población judía de territorio árabe, también fueron muchos los que optaron por la solución más fácil: huir temporalmente del conflicto.

Dado que siete naciones árabes se iban a enfrentar contra una milicia escasamente armada y sin muchas nociones de lucha (muchos de los combatientes judíos acababan de llegar de los campos de exterminio de Europa), la población árabe local, en parte también instada por el Mufti de Jerusalem, dejó atrás sus hogares de forma temporal para dejar paso a los ejércitos árabes en su misión de «expulsar a los judíos al mar«.

Finalmente Israel consiguió sobrevivir al asedio y aquellos árabes que fueron expulsados o dejaron voluntariamente sus pertenencias se convirtieron en parias, en refugiados, en países limítrofes a Israel. El resto de árabes que decidieron permanecer en Israel, unos 170.000, fue nacionalizado israelí. Hoy día componen el 19 % de la sociedad del país.

Lo curioso del trágico episodio de los refugiados palestinos es que ni Jordania ni Egipto, tras la humillante derrota, se juntaron en buscar una solución para crear un Estado palestino aun siendo ya cisjordania junto con Jerusalem y la Franja de Gaza territorio árabe. De esta forma los árabes palestinos se convirtieron, como sigue ocurre hoy día, en refugiados en la misma tierra que iba a ser su país, palestina.

Añadir a este balagán (lío) que el estatus de refugiado palestino es el único en el mundo que se hereda de padres a hijos. Cuando un refugiado de un determinado país se asienta, a la larga, o puede llegar a obtener la ciudadanía o ciertos derechos básicos y esenciales para vivir en su nuevo país de acogida.

Sin embargo los árabes palestinos, en los países árabes, les fue denegada la ciudadanía, la posesión, educación, la seguridad social, etc, convirtiendo a sus nuevos huéspedes, a sus propios hermanos, en ciudadanos de segunda e incluso tercera clase. En países como Líbano tienen prohibido la seguridad social, tener propiedades e incluso acceder a más de setenta empleos públicos y en Jordania les pueden retirar la ciudadanía, quienes la tienen, en un abrir y cerrar de ojos.

Existe incluso una Agencia de Refugiados especial para los palestinos, la UNRWA, un pozo sin fondo de dinero mal invertido utilizado como arma política contra Israel, y que no se molesta en elevar apenas críticas contra las naciones árabes que sumieron al pueblo palestino a la desgracia de ser refugiado palestino. Desgracia para el refugiado pero provechosa para quien se beneficia de ello.

Añadir que los refugiados palestinos no comparten agencia con ACNUR (el Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado) por que el cometido de la misma es ayudar a los refugiados a asentarse en el país el cual sean reconocidos. Es decir que la misión de la UNRWA es dejar que el problema siga siendo un problema para Israel y para nadie más.

¿Qué solución existe?

Hosni Mubarak, en 1989, ya admitió el problema de los refugiados palestinos: «La demanda palestina del derecho a volver es completamente irreal y tendría que resolverse por medio de compensaciones económicas y reasentamientos en los países árabes«.

En mi opinión es una solución posible, aunque por esa regla de tres la parte judía israelí también debiera ser indemnizada puesto que, como mencioné más arriba, al rededor de 800 mil judíos fueron expulsados de países árabes, comunidades judías más antiguas que el propio islam, cuyos descendientes actuales rondan el 40 % de la población de Israel.
En definitiva, Israel no puede permitirse que casi cinco millones de personas invadan el país puesto que demográficamente sería el fin de la mayoría judía en Israel y con ello la desaparición del único Estado Judío. La población actual israelí es de 8 millones de personas de las cuales 6 millones son judíos y 1,5 millones son árabes. Si añadimos otros 4,5 millones de árabes más, los llamados refugiados palestinos, la cifra entre judíos y árabes estaría igualada y la guerra demográfica perdida y con ello todo lo que hemos creado y conseguido durante más de seis décadas: Democracia, Libertad, Igualdad.

La meta para alcanzar la paz es un Estado Judío y un Estado palestino, y no un Estado binacional y un Estado palestino, que pareciera ser este el objetivo final de la parte palestina y no otro.
Este, como reclamar Jerusalem su capital, pareciera  a simple vista que es otro sinsentido en la larga lista de exigencias de la corta historia del pueblo palestino, por que crear tu propio país para que luego más de un tercio de tu pueblo quiera residir en un país distinto pareciera un ejercicio de locos. Sin embargo la gran mayoría olvida que el objetivo no es la creación de un estado palestino si no la destrucción, en todos los sentidos imaginables, de Israel.
Los palestinos han tenido varios intentos de ser una nación independiente y la oferta siempre fue rechazada por sus líderes. La razón está en su ideología: una nación palestina jamás podrá ni querrá convivir en paz junto con una Nación Judía.
El problema de los refugiados palestinos seguirá encima de la mesa sin resolverse, por que es una garantía palestina de la AP para seguir haciendo presión a Israel.
Y mientras miles de familias viven hacinadas por culpa de sus líderes que ven más provechoso intentar destruir una nación que dar dignidad a su propio pueblo.

Yom Jamishí , 2 de Elul de 5773
        jueves, 8 de agosto de 2013
דוד יאבו
David D. Yabo

DavidYabo

Israelí, divulgador de historia judía y arqueología bíblica. Formándome en El Seminario Rabínico Latinoamericano. La golá te mata o te hace más fuerte, así que voy para Rabino.

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