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Otro de los platos fuertes en esta ronda de negociaciones son las llamadas colonias judías de Judea y Samaria que al parecer son, para todo el mundo, el único y verdadero obstáculo para alcanzar la paz entre israelíes y palestinos y el impedimento del establecimiento de un Estado palestino en Oriente Medio.

¿Es realmente así?

Durante 18 años ininterrumpidos, desde 1949 hasta 1967, Jordania gobernó Judea y Samaria la cual más tarde, como ya hiciera el Emperador Tito en el año 70 para tratar de borrar las huellas judías en la región, la denominó Cisjordania.

Cuando hubo acabado la Guerra de Independencia israelí (1948-49) los judíos, que llevaban viviendo en Judea y Samaria durante cientos de generaciones en la misma tierra antes incluso que la aparición del islam, fueron expulsados de sus casas y sus ciudades. La Ciudad Vieja de Jerusalem cuya comunidad judía, aunque reducida, había aguantado la crueldad de los cruzados, las invasiones islámicas y demás calamidades, fue expulsada de inmediato prohibiendo incluso a cualquier judío, o israelí, rezar en el venerado Kotel, el vestigio judío más sagrado del judaísmo. No quedó sinagoga en pie. Las casas y demás edificios fueron demolidos y la gran sinagoga de Hurva, construida en 1700, fue totalmente destruida. Además de eso los milenarios cementerios judíos fueron profanados y las lápidas utilizadas para hacer carreteras, un episodio propio de alemana de los años 30 y 40.

Casi dos décadas sin judíos ni israelíes en Judea y Samaria, sin colonos ni colonias. Sin asentamientos en cisjordania que obstaculizasen la creación de un Estado palestino. Y sin embargo nadie creo ningún Estado palestino. ¿Dónde estaba todo el mundo? En casi veinte años ningún árabe proclamó la independencia de un Estado palestino pese a que el Movimiento Nacional de Liberación de Palestina Al Fatah (Fatah), fue creado en 1959 por Yaser Arafat. Sin embargo el objetivo del movimiento no era la independencia palestina si no la lucha armada contra Israel. Ya en 1967 Fatah realizó casi 2.500 ataques contra Israel, que afortunadamente fueron evitados en su gran mayoría por las fuerzas de seguridad israelíes. Este, y no otro, era el objetivo de este y otros grupos palestinos.

Poco después y tras la humillante derrota árabe en la guerra de 1967, y solo cuando Israel reunificó Jerusalem y recuperó Judea y Samaria, Arafat se acordó de su pueblo y de crear un Estado palestino. Y de repente, como de la nada, el nacionalismo palestino había nacido y con ello la pesadilla para israelíes y los propios palestinos. De la misma nada surgieron también historias que muchos trataron de vender como milenarias y simpatizantes de «la causa» entusiasmados solo compraron mentiras.

La propia Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en 1964 cuya carta orgánica llamaba abiertamente a la aniquilación de Israel y que no mencionaba la creación de un Estado palestino, adoptó en 1968 de la noche a la mañana un ideario algo más nacionalista: Fundar un Estado independiente para los palestinos, desde el río Jordan hasta el Mediterráneo. Claro está que este nuevo ideario incluía además la destrucción de Israel puesto que Arafat no se conformaba con tan solo recuperar cisjordania de manos judías si no expandir su futuro estado hasta el Mediterráneo.

Mientras apenas nacía el nacionalismo palestino, el nacionalismo judío recuperaba su territorio y su historia de tres mil años de antigüedad. Los hijos y nietos de aquellos expulsados dos décadas atrás, así como los expulsados de otras comunidades como la de Hebrón (en 1929), regresaban a la tierra que sus padres se habían visto obligados a abandonar. Estos judíos llevarán, hasta nuestros días, el pesado sobre nombre de «colonos». Un «colono» para la Comunidad Internacional no es más que un obstáculo, un estorbo en la creación de un Estado palestino. Un simple hombre que trata de recuperar su legado es tachado de las peores calamidades imaginables por su condición de judío. Aunque no es nada nuevo en nuestra larga historia, no deja de seguir siendo algo muy lamentable.

Fuera aparte de recuperar la historia robada, Israel vio una gran oportunidad tras la conquista de Judea y Samaria por ser esta un área densamente montañosa. Ahora el ejército israelí podía posicionar sus potentes radares sobre las cimas de las altas montañas de la región y antecederse a un posible ataque sorpresa por parte árabe. Esta es una de las razones por las que hasta que la Autoridad Palestina no se comprometa firmemenete con el desarme completo de los grupos terroristas que acampan a sus anchas por los territorios palestinos, tanto de cisjordania como de la Franja de GazaIsrael no se retirará de ningún un enclave estratégico esencial que suponga la seguridad del Estado.

Un ejemplo sobre la dominación estratégica de Israel en tres mapas explicativos:
Israel y Samaria.
Como podemos apreciar en el corte de la línea morada que comienza en el conocido «Camino de los Reyes», una zona prácticamente llana, y el norte de Samaria observamos cómo desde la línea verde (flecha roja) comienza a elevarse un sistema de montañas hasta alcanzar los casi 900 metros de altitud sobre el nivel del mar. Muchos asentamientos están ubicados en zonas estratégicas de dichas elevaciones para controlar posibles movimientos de tropas o incursiones terroristas con el objetivo de adentrarse en territorio israelí.

Desde la costa de Tel Aviv a la frontera con Jordania hay apenas 70 km. En esta fotografía también se hace notar una importante elevación nada más traspasar la línea verde.

Sobra añadir la importancia del dominio de Judea y Samaria por parte de Israel dado que la estrecha franja que separa la costa de la línea verde no supera los 20km de distancia.

Finalmente Judea con sus Bíblicos montes también representa una importante escena estratégica para Israel por que desde sus cordilleras se obtienen magníficas panorámicas de todo el territorio para tener controlado el avance de tropas enemigas

El asentamiento de Kiriat Arba, en Hebrón (situado bajo la flecha roja), representa la zona más elevada.
 .
Para resumir:
La importancia tanto histórico-cultural como estratégica de Judea y Samaria es vital para la identidad y seguridad de Israel y de sus ciudadanos. Desmantelar (todos los) asentamientos y ceder tierras a cambio de nada conllevará en el futuro claros peligros para la seguridad del país sobre todo por Hamás, teniendo en cuenta la negativa de sentarse en la mesa de negociaciones, que pueda llegar a ganar las elecciones una vez que Abbas se decida a convocarlas tras cuatro años y medio de espera.
La Autoridad Palestina, además, sigue sin comprometerse a desarmarse así como arrestar y desarmar a los diferentes grupos terroristas palestinos que operan incluso en su propio territorio. Tampoco se compromete a mantener una paz larga y duradera con Israel que ni si quiera reconoce al país como un «Estado Judío y Democrático«, algo esencial en las negociaciones para que tengamos la certeza de que  la política palestina desista de su espinoso plan de destruir nuestro modo de vida con, por ejemplo, su insistencia en el retorno de los refugiados palestinos.

A falta de un día de la liberación de 26 terroristas palestinos con las manos manchadas de sangre, aun no hemos visto ningún gesto de «buena voluntad» por la parte palestina.
Y mucho me temo que seguiremos esperando mucho más tiempo.
Yom Shení , 6 de Elul de 5773
        Lunes, 12 de agosto de 2013
דוד יאבו
David D. Yabo


DavidYabo

Israelí, divulgador de historia judía y arqueología bíblica. Formándome en El Seminario Rabínico Latinoamericano. La golá te mata o te hace más fuerte, así que voy para Rabino.

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