בס״ד

Comenzamos la Parashá (lectura semanal de la Torá) de Lej Lejá (vete para ti). Esta es para mí una de las historias más interesantes y significativas de la Torá tanto a nivel tradicional como su contexto histórico. ¿Histórico? Sí, histórico.

Contexto tradicional

Avram es un tipo que desafía todo y a todos. Deja la tierra de sus padres, es decir su origen, con todo lo que ello conlleva para ir a una tierra muy lejana. ¿Qué le llevó a realizar este desafío? La tradición nos dice que fue Di-s quien se lo ordenó pero, ¿fue simplemente una orden?

Personalmente lo achaco a la búsqueda personal y la necesidad de encontrar respuestas; los eternos ¿de dónde venimos y a dónde voy?, sin olvidarnos del, ¿quienes somos? Avram vio necesario saber quién quería ser en un mundo que no le llevaba a ninguna parte. En su interior escuchó para sí un mensaje: אברם לך לך, “Avram, vete para ti”. Y busca la respuesta.

Lej Lejá para encontrarse a sí mismo.

Avram recorre una distancia considerable -casi 1000 km- desde Harán, entre la actual frontera turco-siria, lugar donde habían emigrado desde Ur de los caldeos, para llegar a una tierra desconocida siguiendo su intuición de que ahí se encontraría a sí mismo. No realiza solo esta aventura, le acompaña su mujer Saray, su sobrino Lot y un séquito de siervos, incluyendo un hijo adoptado de nombre Eliézer que hará de mayordomo. Como pueblo nómada se desplazan de un lugar a otro. Llegan hasta Ben El. De norte a sur recorren Canaán y cuando la tierra se torna yerma bajan a Egipto, un viaje que hará que su nombre sea respetado por el Faraón de turno. De regreso a su nueva tierra, Canaán, cambia su nombre por el de Abraham, distinción honorífica que le convertirá en el «padre de muchos pueblos». Hagar, entre sierva y princesa egipcia, le dará un hijo rebelde que es -y será- aborrecido por todos excepto por el jefe de la tribu; «el padre de muchos pueblos». Abraham es un hombre cada vez más respetado, miembro de un clan cada vez más numeroso. Entre sus amplios dominios, en medio del desierto, comienza a darse cuenta de quién es y, lo más espectacular, hacia dónde quiere llevarnos. Su próximo movimiento sentará las bases de un pacto único en la historia que perdurará los próximos cuatro milenios, hasta nuestros días.

La presencia de Abraham en la conciencia judía fue vital para nacimiento de nuestro pueblo. Su búsqueda para encontrarse a sí mismo tiene que servirnos como ejemplo.

Vete para ti, y confía en ti para encontrar tu camino.

Posible recorrido de Abraham y su familia, desde Ur de los Caldeos hasta Ben El (Canaán).

Contexto histórico

Históricamente hablando no hay modo alguno en el cual podamos asegurar de que el Abraham bíblico hubiera existido, sin embargo el texto bíblico del Génesis nos ayuda a entender cómo era la sociedad durante aquella época.

Comprobamos por ejemplo en la Perashá de esta semana a un Avram nervioso al verse sin descendencia: «Yo ando sin hijo y mi heredero es este Eliézer de Damasco» (Génesis 15, 2). Según esto, será el hijo adoptado quien, en caso de no haber otros descendientes, el que heredará. Sin embargo en el caso de nacer herededo la ley estipula que será el hijo legítimo el sucesor. La esterilidad podría ocasionar un problema de formas sobre la legitimidad, sin embargo se consideraba hijo legítimo cuando la esposa entregaba su criada a su marido para engendrar un hijo (cap 16). Este relato se asemeja al  que ocurrirá entre las esclavas de Lea y Rajel que serán entregadas a (el nieto de Abraham) Yaakov para aumentar su descendencia. En esta ocasión además nos indican que la práctica legal para que el hijo fuese reconocido como legítimo heredero era que la esclava debía parir sobre las rodillas de la matriarca (cap 30, vers. 3).

Estas costumbres, y otras igualmente descabelladas, pueden sonarnos a cuentos bíblicos pero lo cierto es que estuvieron vigentes entre la sociedad hurrita, amorrita y nuzita, sociedades que habitaron la región del Creciente Fértil, lugar de origen familiar de Abraham.

Desenterrando el pasado

En 1920 se descubrieron en los restos de la antigua ciudad de Nuzi miles de tablillas escritas en acadio que daban testimonio de la vida social y legal nuzita de la época patriarcal (siglos XV – XIV a.E.C. aprox.), y entre la sociedad hurrita, asentada en la región norte de la actual Iraq.

Estas tablillas comparten el testimonio bíblico arriba mencionado sobre la herencia y descendencia legítima, pero también los asuntos legales en cuestión de la primogenitura. Se han registrado documentos en la ciudad de Nuzi en los cuales se vendía la primogenitura a cambio de alimentos, como figura en Génesis 25, 31 «véndeme entonces tu primogenitura«. En el caso nuzita un tal Tupkitilla a cambio de tres ovejas le ofrece su primogenitura a su hermano Kurpazah. Para guardar el honor de una mujer casada era común hacerla pasar por hermana, estatus que evitaba un final incierto para un marido y su esposa en una ciudad insegura, lo que nos recuerda al pasaje bíblico en el que Abraham pide a su mujer que se haga pasar por su hermana (cap. 12, vers. 13) «Di pues que eres mi hermana, para que sea favorezido por su causa y mi alma vivirá por ti«, y bajo el mismo pretexto su hijo Isaac tiempo después le suplicará a su mujer Rivká «porque temió decir que era su mujer, no fuera que lo mataran por Rivka pues era de atractiva belleza» (cap. 26 vers. 7).

Pero lo más fascinante llega desde la antigua ciudad de Mari, ciudad de paso entre Ur y Jarán, entre la actual frontera sirio-iraquí, donde también se descubrió una gran cantidad de información muy relevante para entender el contexto histórico del Génesis. En sus numerosas tablillas en escritura cuneiforme se registraban nombres tribales como el de los Abiru, un pueblo pastor y nómada (Génesis 13, 2) que compraba terrenos únicamente para enterrar a sus muertos (cap. 23, vers. 17), pero además figuran nombres como Turahi (Teraj, padre de Abraham), Nahor (Najor, hermano de Abraham), Ya’qub-El, Ishmiel (Ismael), Liah (Lea) o Ben-Yamini (Benjamín), que puede hacer referencia también a la tribu.

Los documentos de Mari y Nuzi describen sin lugar a dudas a la sociedad patriarcal bíblica, sus costumbres, sociedad y reglas de forma tan clara que bien podrían haber constituido un primer formato para la escritura del Génesis.

En esta porción de la Torá, Lej Lejá, respondemos no solo a la primera gran pregunta; de dónde venimos, sino también quienes somos. En nuestras manos está decidir hacia a dónde vamos.

Yom Shlishí, octavo día del mes octavo, 5780


DavidYabo

Israelí, divulgador de historia judía y arqueología bíblica. Formándome en El Seminario Rabínico Latinoamericano. La golá te mata o te hace más fuerte, así que voy para Rabino.

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