בְּשׁוּב ה׳ אֶת שִׁיבַת צִיּוֹן – Cuando trajo el Eterno a los que volvieron a Sión

בס״ד

La octava línea del famoso Decreto de Ciro (539 a. e. c.) marca un hito importantísimo en la historia del pueblo judío. Cita así: 

𒀀𒂍𒋗𒍪 𒅖𒆪 𒌑 𒊩𒆷𒈬 𒊭 𒉌𒋛𒋗𒍪 𒀀𒍝𒁁

Bītātišunu aškun u šalmu ša nišīšunu aṣbat

Liberé a los pueblos oprimidos y devolví a sus hogares a los exiliados 
que habían sido deportados

Pero antes, un poco de contexto:

Con la muerte de Josías rey de Judá (609 a. e. c.) a manos de los egipcios, la plena soberanía judía se desvaneció. Sin embargo, Egipto no gozaría mucho de su conquista puesto que cuatro años después, Nabucodonosor II rey de Babilonia los derrotó en la batalla de Carquemis, de modo que Judá pasó a manos babilónicas. 

Tras un primer sitio y posterior conquista de Jerusalén (597), Nabucodonosor II deportó a Babilonia al rey Joaquín junto a los nobles y ciudadanos de la élite judaíta, mientras que los campesinos y el resto quedaron en Judá. Nabucodonosor decidió poner como rey de Judá a Sedecías, tío de Joaquín, que terminó por rebelarse contra Babilonia en el año 594. El resultado fue dramático: en el año 587 Nabucodonosor II arrasó Judá durante dieciocho largos meses y volvió a poner sitio sobre Jerusalén. 

En Las Crónicas Mesopotámicas de los primeros años de Nabucodonosor II, las cuales registran la batalla de Carquemis (605 a.e.c) y la captura de Jerusalén (597 a. e. c), podemos leer sobre estos acontecimientos:

𒌨𒄿𒅖𒄑𒇷 𒀀𒄑𒇷𒉡𒀀𒄑𒇷

u ṣītišu ana ḫarāši IAHUDU

Y sitió la ciudad de Judá (Jerusalén)

𒄑𒉡𒄷𒅆𒀀𒇲𒋢𒉌𒁹

u ina 2. ūmi šanāti Adaru, ālū bītātišunu u ḫaršu šarru

Y en el segundo día del mes de Adar, tomó la ciudad y capturó al rey

Jerusalén cayó tras meses de asedio en el año 586 y fue arrasada hasta sus cimientos bajo incontables pilas de cadáveres, la mayoría muertos por inanición. Sedecías fue apresado y antes de que le arrancaran los ojos, contempló cómo mataban a todos sus hijos. Acto seguido fue enviado como esclavo a Babilonia donde murió encadenado.

El sitio de Jerusalén está considerado como un episodio apocalíptico debido a su dureza. El hambre y la desesperación en la ciudad quedaron reflejados en el Libro de las Lamentaciones 4:10:

יְדֵי, נָשִׁים רַחֲמָנִיּוֹת בִּשְּׁלוּ, יַלְדֵיהֶן; הָיוּ לְבָרוֹת לָמוֹ, בְּשֶׁבֶר בַּת עַמִּי

Las manos de las mujeres hasta ayer, plenas de compasión, han cocido a sus propios hijos.
Éstos fueron su alimento durante la destrucción de la hija de mi pueblo.

A diferencia del resto de pueblos que fueron diluyendo su identidad, el pueblo judío mantuvo la esperanza de regresar. Quizás, la frase que mejor refleje este anhelo la encontramos en el Salmo 137:1

עַל נַהֲרוֹת בָּבֶל שָׁם יָשַׁבְנוּ גַּם בָּכִינוּ בְּזָכְרֵנוּ אֶת צִיּוֹן

Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos
y también llorábamos
recordando a Sión

Tras setenta años de exilio judío, Babilonia cayó en manos del Imperio Persa y Ciro I el Grande, el único personaje bíblico no judío ungido por Di-s, decretó el regreso de los judíos a Judá, ahora provincia persa de Yahud de la región de Eber Nari (al otro lado del río), además de a otros pueblos sometidos por los babilónicos tal y como se cita en su mencionado decreto, además de en los libros de Esdras 1:1-4 y 2 Crónicas 36:22-23:

𒀀𒂍𒋗𒍪 𒅖𒆪 𒌑 𒊩𒆷𒈬 𒊭 𒉌𒋛𒋗𒍪 𒀀𒍝𒁁

Bītātišunu aškun u šalmu ša nišīšunu aṣbat

Liberé a los pueblos oprimidos y devolví a sus hogares a los exiliados 
que habían sido deportados

Desde entonces, retornar a Sión -Sión como sinónimo de Jerusalén-, ha estado siempre latente en el corazón de cada judío que, por circunstancias de la vida, ha permanecido fuera de la Tierra de Israel.

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Mientras leéis estas líneas pongo rumbo a Sión para asentarme de nuevo en la Tierra de Israel, pero esta vez en Jerusalén. Siento un profundo orgullo de ser parte de la milenaria historia de nuestra capital física (Estado de Israel) y espiritual (judaísmo), elementos indivisibles como lo es Jerusalén. 

Parafraseando uno de los libros más inspiradores y aprovechando esta época, Jánuca: Ni hemos ocupado tierra extranjera ni nos hemos apoderado de bienes ajenos, sino de la herencia de nuestros antepasados, que ha estado algún tiempo en poder enemigo injustamente. (I Macabeos 15,35).

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Conquistas egipcias e invasores del Egeo – Orígenes de un conflicto moderno

בס״ד

Existe una corriente política que hace del anacronismo su estandarte. Dicha corriente afirma, sin aportar pruebas, que Palestina existió mucho antes de que el Pueblo de Israel comenzase a forjar su identidad espiritual en la región que comprende entre el mar Mediterráneo y el río Jordán.

El objetivo de este trabajo es aportar pruebas arqueológicas y relatos egipcios que demuestran, sin lugar a duda, el origen real de un pueblo no semita -filisteos- al que la narrativa palestina recurre para justificar una inexistente patria milenaria. Para ello he accedido a registros de la XVIII Dinastía, responsable de la expansión territorial jamás conocida de la historia egipcia, que abarcaba desde el Nilo hasta el Éufrates. El Imperio Nuevo se destacó por sus numerosas campañas militares que sirvieron para saciar el corazón en las tierras extranjeras  (Urk. IV 9, Babón: 2003, 45), un corazón que aún clamaba venganza contra los aliados de los Hicsos, un pueblo asiático que ocupó el trono de Egipto durante más de un siglo.

Desde que Amenofis I comenzó a saciar su corazón, trescientos años de campañas entre el mediterráneo y el Jordán y ni un solo registro histórico de la basta documentación egipcia que mencione una región con el nombre de Palestina.

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El Génesis y su contexto histórico

בס״ד

Comenzamos la Parashá (lectura semanal de la Torá) de Lej Lejá (vete para ti). Esta es para mí una de las historias más interesantes y significativas de la Torá tanto a nivel tradicional como su contexto histórico. ¿Histórico? Sí, histórico.

Contexto tradicional

Avram es un tipo que desafía todo y a todos. Deja la tierra de sus padres, es decir su origen, con todo lo que ello conlleva para ir a una tierra muy lejana. ¿Qué le llevó a realizar este desafío? La tradición nos dice que fue Di-s quien se lo ordenó pero, ¿fue simplemente una orden?

Personalmente lo achaco a la búsqueda personal y la necesidad de encontrar respuestas; los eternos ¿de dónde venimos y a dónde voy?, sin olvidarnos del, ¿quienes somos? Avram vio necesario saber quién quería ser en un mundo que no le llevaba a ninguna parte. En su interior escuchó para sí un mensaje: אברם לך לך, “Avram, vete para ti”. Y busca la respuesta.

Lej Lejá para encontrarse a sí mismo.

Avram recorre una distancia considerable -casi 1000 km- desde Harán, entre la actual frontera turco-siria, lugar donde habían emigrado desde Ur de los caldeos, para llegar a una tierra desconocida siguiendo su intuición de que ahí se encontraría a sí mismo. No realiza solo esta aventura, le acompaña su mujer Saray, su sobrino Lot y un séquito de siervos, incluyendo un hijo adoptado de nombre Eliézer que hará de mayordomo. Como pueblo nómada se desplazan de un lugar a otro. Llegan hasta Ben El. De norte a sur recorren Canaán y cuando la tierra se torna yerma bajan a Egipto, un viaje que hará que su nombre sea respetado por el Faraón de turno. De regreso a su nueva tierra, Canaán, cambia su nombre por el de Abraham, distinción honorífica que le convertirá en el «padre de muchos pueblos». Hagar, entre sierva y princesa egipcia, le dará un hijo rebelde que es -y será- aborrecido por todos excepto por el jefe de la tribu; «el padre de muchos pueblos». Abraham es un hombre cada vez más respetado, miembro de un clan cada vez más numeroso. Entre sus amplios dominios, en medio del desierto, comienza a darse cuenta de quién es y, lo más espectacular, hacia dónde quiere llevarnos. Su próximo movimiento sentará las bases de un pacto único en la historia que perdurará los próximos cuatro milenios, hasta nuestros días.

La presencia de Abraham en la conciencia judía fue vital para nacimiento de nuestro pueblo. Su búsqueda para encontrarse a sí mismo tiene que servirnos como ejemplo.

Vete para ti, y confía en ti para encontrar tu camino.

Posible recorrido de Abraham y su familia, desde Ur de los Caldeos hasta Ben El (Canaán).

Contexto histórico

Históricamente hablando no hay modo alguno en el cual podamos asegurar de que el Abraham bíblico hubiera existido, sin embargo el texto bíblico del Génesis nos ayuda a entender cómo era la sociedad durante aquella época.

Comprobamos por ejemplo en la Perashá de esta semana a un Avram nervioso al verse sin descendencia: «Yo ando sin hijo y mi heredero es este Eliézer de Damasco» (Génesis 15, 2). Según esto, será el hijo adoptado quien, en caso de no haber otros descendientes, el que heredará. Sin embargo en el caso de nacer herededo la ley estipula que será el hijo legítimo el sucesor. La esterilidad podría ocasionar un problema de formas sobre la legitimidad, sin embargo se consideraba hijo legítimo cuando la esposa entregaba su criada a su marido para engendrar un hijo (cap 16). Este relato se asemeja al  que ocurrirá entre las esclavas de Lea y Rajel que serán entregadas a (el nieto de Abraham) Yaakov para aumentar su descendencia. En esta ocasión además nos indican que la práctica legal para que el hijo fuese reconocido como legítimo heredero era que la esclava debía parir sobre las rodillas de la matriarca (cap 30, vers. 3).

Estas costumbres, y otras igualmente descabelladas, pueden sonarnos a cuentos bíblicos pero lo cierto es que estuvieron vigentes entre la sociedad hurrita, amorrita y nuzita, sociedades que habitaron la región del Creciente Fértil, lugar de origen familiar de Abraham.

Desenterrando el pasado

En 1920 se descubrieron en los restos de la antigua ciudad de Nuzi miles de tablillas escritas en acadio que daban testimonio de la vida social y legal nuzita de la época patriarcal (siglos XV – XIV a.E.C. aprox.), y entre la sociedad hurrita, asentada en la región norte de la actual Iraq.

Estas tablillas comparten el testimonio bíblico arriba mencionado sobre la herencia y descendencia legítima, pero también los asuntos legales en cuestión de la primogenitura. Se han registrado documentos en la ciudad de Nuzi en los cuales se vendía la primogenitura a cambio de alimentos, como figura en Génesis 25, 31 «véndeme entonces tu primogenitura«. En el caso nuzita un tal Tupkitilla a cambio de tres ovejas le ofrece su primogenitura a su hermano Kurpazah. Para guardar el honor de una mujer casada era común hacerla pasar por hermana, estatus que evitaba un final incierto para un marido y su esposa en una ciudad insegura, lo que nos recuerda al pasaje bíblico en el que Abraham pide a su mujer que se haga pasar por su hermana (cap. 12, vers. 13) «Di pues que eres mi hermana, para que sea favorezido por su causa y mi alma vivirá por ti«, y bajo el mismo pretexto su hijo Isaac tiempo después le suplicará a su mujer Rivká «porque temió decir que era su mujer, no fuera que lo mataran por Rivka pues era de atractiva belleza» (cap. 26 vers. 7).

Pero lo más fascinante llega desde la antigua ciudad de Mari, ciudad de paso entre Ur y Jarán, entre la actual frontera sirio-iraquí, donde también se descubrió una gran cantidad de información muy relevante para entender el contexto histórico del Génesis. En sus numerosas tablillas en escritura cuneiforme se registraban nombres tribales como el de los Abiru, un pueblo pastor y nómada (Génesis 13, 2) que compraba terrenos únicamente para enterrar a sus muertos (cap. 23, vers. 17), pero además figuran nombres como Turahi (Teraj, padre de Abraham), Nahor (Najor, hermano de Abraham), Ya’qub-El, Ishmiel (Ismael), Liah (Lea) o Ben-Yamini (Benjamín), que puede hacer referencia también a la tribu.

Los documentos de Mari y Nuzi describen sin lugar a dudas a la sociedad patriarcal bíblica, sus costumbres, sociedad y reglas de forma tan clara que bien podrían haber constituido un primer formato para la escritura del Génesis.

En esta porción de la Torá, Lej Lejá, respondemos no solo a la primera gran pregunta; de dónde venimos, sino también quienes somos. En nuestras manos está decidir hacia a dónde vamos.

Yom Shlishí, octavo día del mes octavo, 5780

Las historias que nos unen

בס״ד

La semana pasada festejábamos Simjat (la alegría de la) Torá, una celebración marcada por el final del ciclo anual de la lectura de la Torá, Pentateuco, y que inmediatamente después comenzamos a releer desde el principio.

Con el regreso de los exiliados de Judá, liderados por Zorobabel en el 537 a. e. c., el Rey persa Ciro el Grande no solo acabó con el exilio forzado sino que permitió también a los judíos la reconstrucción del Templo de Jerusalén y las murallas de la ciudad. El primer día del mes séptimo del año 444 a. e. c.., poco antes de la reparación de las murallas, Nehemías (s. V a. e. c.), fijó la lectura pública de la Torá, una tradición que aún dura en nuestros días. Cada semana leemos una de las 54 perashot (porciones) de la Torá que narran desde el principio de los tiempos y los inicios del Pueblo de Israel (Génesis), nuestra liberación de la esclavitud de Egipto (Éxodo), y estadía en el desierto donde Dios entregó la Ley a Moisés en el Monte Sinaí, hasta alcanzar la Tierra Prometida (Levítico, Números y Deuteronomio).

Es muy importante tener en cuenta que la Torá, como nos indica el Rabino David Luzzato, no es un libro de historia y no podemos estudiarlo como tal, sino que debemos aprender de él sobre lo que ha representado durante más de tres milenios; Unidad.

Antes de continuar conviene recordar que el pueblo judío, aun hoy día, comparte numerosos resquicios babilónicos (y éstos de los sumerios), como el calendario o la grafía hebrea, entre otros, por lo que no debe sorprendernos que también compartamos relatos o mitos.

Esta semana leemos la Perashá de Noaj, Noé (Génesis 6;9 – 11;32), la cual narra la universalmente conocida historia del Diluvio. Este es el mejor ejemplo que disponemos sobre un «prestamo literario» sumerio-babilonio, solo que en esta ocasión el objetivo es reforzar el concepto del monoteísmo.

Como ya he mencionado, el relato bíblico del Diluvio no es patente hebrea, pues existen relatos más antiguos que el propio pueblo judío, y cuyos orígenes se remontan en la ciudad de Nippur, a 150 km de la ciudad de Ur de los Caldeos, en el segundo milenio antes de la Era Común. El texto sumerio, escrito en una tabla de arcilla de unas 270 líneas, narra la disputa entre las deidades Enki y Nintu, creadores de los hombres, con otros dioses dispuestos a acabar con la raza humana. Enki, al respecto, declara:

Yo me opongo a la destrucción de mi raza humana

Sin embargo el comportamiento y griterío de los humanos privaba a los dioses del reparador sueño, por lo que decidieron enviar un diluvio para su destrucción. La decisión de los Grandes dioses es inalterable. Entonces aparece en la escena el devoto Ziusudra, llamado también Utnapishtim en la Epopeya de Guilgamesh, o conocido como Atrahsis por los acadios, Rey de Shurupak, que no solo fue advertido por Enki del mal que estaba a punto de cernirse sobre todo la tierra, sino que le dio instrucciones de cómo constuir un barco (con los materiales de su propia), para salvarse él, su familia y algunos animales más.

En un instante el Diluvio engulló la ciudad de Shurupak y el resto de las ciudades sumerias y el Diluvio hubo recubierto la tierra durante siete días y siete noches.

El relato de la paloma también figura en la Epopeya de Gilgamesh, en la tablilla XI:

Cuando llegó el séptimo día, cogí una paloma y la solté. La paloma se fue y luego vino al no ver dónde posarse. Luego cogí una golondrina y la solté y luego vino al no ver dónde posarse. Luego cogí un cuervo y lo solté, pero al ver que las aguas se habían retirado picoteó, graznó, chapoteó y ya no regresó.

Resulta curioso que en el relato bíblico ocurre precisamente al revés; Noé suelta primeramente el cuervo que al no encontrar dónde posarse regresa al barco y al tercer intento es cuando suelta una paloma que regresa con una rama de olivo, dando por hecho el retroceso de las aguas.

Finalmente Utnapishtim recibirá de Enki y Nintun la vida eterna como alianza entre los dioses y el hombre, y quizás como motivo de gratitud por su devoción a ellos. Posteriormente el Rey Guilgamesh de Uruk tras una enorme travesía le implorará a Utnapishtim que le sea revelado el secreto de la vida eterna tras el shock ocasionado por la pérdida de su compañero Enkidu.

El relato bíblico de Noé comienza describiendo a nuestro protagonista como a un hombre justo, perfecto entre sus generaciones. La devoción de Noé y la de Utnapishtim son la base de ambos relatos para el pacto que posteriormente Dios y las deidades sumerio-babilónicas tendrán para con los hombres, y sus descendientes.

Reforma religiosa contra la locura

La figura del dios egipcio Amón tuvo que dejar un gran impacto en el Rey Menashé de Judá puesto que fue así como llamó a su primogénito y futuro Rey de Judá. Menashé fue uno de los grandes idólatras de la historia judía -y que según el Talmud, junto con los reyes Yerovam y Ajav, no tendrá lugar en el mundo venidero (Sanhedrin 102)-, e hizo todo lo posible para ir contra la Ley como profanar el Templo instalando prostitutas y prostitutos rituales (2 Reyes 23,7), o sacrificar niños en el valle del Hinón, incluso a sus propios hijos (2 Crónicas 33, 6). Medio siglo de terrorífico reinado finalizan con la muerte de Menashé y su hijo Amón, dejando un pueblo sumido en el caos y la locura. Entonces Josías es entronizado Rey de Judá.

La historia de Josías comienza tras su coronación a la edad de ocho años. Diez años después el Sumo Sacerdote Jilquías encuentra escondido, al parecer todos los documentos sacros habrían sido destruídos por Menashé, un primitivo manuscrito del Deuteronomio que el Rey utiliza para dar un giro radical y salvar al judaísmodestruye los altares levantados por su abuelo y prohibe cualquier deidad oficializando así el monoteísmo. Es la época en la que se comienza a compilar toda la historia ya escrita y sabida generación tras generación, desde el principio de los tiempos hasta la unidad del pueblo judío liderados por Moisés. Tras estas reformas llegarán dos siglos después las de Esdras y Nehemías para formar el judaísmo clásico tal y como lo conocemos, con prácticas y costumbres que aún hoy mantenemos vivas.

No podemos adjudicar a Josías la redacción de Noé, ni de ninguna otra porción de la Torá u otro libro, sin embargo sí recae en este monarca la iniciativa de unir al pueblo mediante la Torá, un conjunto de historias y elementos ya existentes y elaborarlos para tomar un nuevo sentido; unirnos como pueblo.

Yom Shlishí, trigésimo día del mes sexto, 5780

La Tierra de Israel

בס״ד

Es imposible negar las evidencias. A continuación ofreceré algunos datos que prueban que, como pueblo nativo, no hemos robado ni ocupando nuestra tierra ancestral. La conexión judía con la Tierra de Israel está probada en libros de historia y museos arqueológicos de todo el mundo. Llevamos aquí milenios y aquí veréis algunas pruebas.

La Estela de Merenptah
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La Estela de Merenptah (1208 a. e. c), se encuentra en el Museo egipcio de El Cairo, y es el documento extra Bíblico mas antiguo que demuestra la conexión judía con la Tierra de Israel. La estela, en granito gris, describe las victorias del Faraón egipcio Merenptah de la XIX Dinastía durante su reinado (1213 a.e.c – 1203 a.e.c). En la estela se menciona al pueblo judío es como gentilicio, es decir, como un grupo nativo.

I si r i a r* (y el ideograma de pueblo / gentes)

*Hasta la época tolemáica el sistema jeroglífico no contaba con la letra «L», que fue añadida mediante el ideograma de un León. 

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Traducción de las últimas líneas que hacen referencia a Israel

Los príncipes están postrados, diciendo: ¡clemencia! Ninguno alza su cabeza a lo largo de los Nueve Arcos. Libia está desolada, Hatiti está pacificada, Canaán está despojada de todo lo que tenía malo, Escalón está depositada, Gezer está tomada, Yanoam parece como si no hubiese existido jamás.
 Israel está derribado y yermo, no tiene semilla. Siria se ha convertido en una viuda para Egipto. ¡Todas las tierras están unidas, están pacificadas!»
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Estela de Mesha
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En 1868 el anglicano Frederick A. Klein fue enviado a la región de la palestina otomana como misionero. Durante un viaje a Jerusalén y alrededores, se adentró hasta el antiguo territorio de Moab (actual Jordania) también bajo el Imperio Otomano pero controlada por numerosas tribus beduinas. Mientras se hospedaba junto a la tribu de los Banei Sakr uno de los beduinos le mostró una piedra con letras extrañas. La piedra, de 124cm de altura y 79cm de ancho, de basalto negro, consta de una inscripción de 34 líneas escritas en moabita con grafía paleohebrea del siglo IX a. e. c. por el Rey Mesha de Moab donde narra sus triunfos militares sobre el hijo de Omrí Rey de Israel., que tuvieron lugar en el siglo IX a. e. c. En la Estela también figura el tetragramatón, el nombre de Di-s. Los beduinos recibieron presiones de numerosos compradores e incluso de las autoridades otomanas y finalmente, ignorantes ante la importancia de tal descubrimiento, decidieron destruirla al fuego. Antes del desastre, Yaqub Karavaca, un joven pudo realizar una impresión con papel maché para que expertos pudieran determinar el valor de la pieza. Gracias a esa impresión hoy podemos leer los trozos aun perdidos de la también conocida como Estela moabita.

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La Estela de Dan
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En el año 850 a. e. c. se desató la cuarta guerra israelita-aramea, y el Rey Ajav murió alcanzado por una flecha. Con su muerte pasó a reinar su hijo Ocozías de Israel junto a su madre Jezabel. Dos años después Ocozías de Israel muere durante una batalla y comienza a reinar su hermano Joram de Israel. Su madre Jezabel continúa correinando junto a su segundo hijo. Con la muerte de Asá de Judá su hijo Josafat pasa a reinar sobre Judá “en el cuarto año del reinado de Ajav, e hizo la paz con él. Con la muerte de Josafat su hijo Joram de Judá pasa a reinar. Joram de Israel cae herido durante la quinta guerra israelita-aramea contra el rey Hazael, motivo por el cual su sobrino el Rey Ocozías de Judá decide ir a su encuentro al tiempo que Jehu, influenciado por el profeta Elía, organiza una revuelta para matar Joram de Israel, y a Ocozías de Judá.
En la Estela de Dan, además de recoger este suceso, hace una menciones al Rey de Israel y de forma explícita a la «Casa de David»

3º Línea:  (…) ahora el Rey de I[s-]
4º Línea: rael conquistó la tierra de mi padre (…) Hadad me hizo Rey
7º Línea: (…) [Yo maté a Jo]ram hijo de [Acab]
8º Línea: el Rey de Israel y maté a [Ococ]ías hijo de [Joram Re]y de
9º Línea: la Casa de David
11º Línea: (…) y [Jehú rei-]
12º Línea: nó sobre Is[rael]

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Después de este suceso, Jehu masacró a toda la familia real israelita amontonando sus cabezas en las puertas de Samaria y manda matar a la reina madre Jezabel. De camino a Samaria Jehu se encontró con los hermanos del fallecido Rey Ocozías de Judá, aparentemente durante una visita familiar, los detuvo y les asesinó junto a otras cuarenta personas más. Mientras tanto, en el sur, Ataliá para mantenerse en el poder mató a todos los descendientes restantes de la Casa de David a excepción de Joás, un niño que el Sacerdote Joiada mantuvo oculto en el Templo. En aquellos días el Eterno comenzó a cercenar a Israel y Hazael los hirió en todos los confines de Israel. Con el inicio de la sexta guerra israelita-aramea, el Rey Jehu de Israel pidió ayuda al Rey Salmanasar III para luchar contra Hazael de Aram-Damasco.
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El obelisco negro de Salmanasar III refleja a un Jehu postrado rindiendo tributo a Salmanasar III por su ayuda contra Hazael. Según el relato bíblico se trataría del Rey Oseas de Israel, pero fue el Rey asirio Tiglatpileser III quien ayudó al Rey Acaz de Judá contra Israel, ocupando Israel e imponiendo al Rey Oseas en el 732 a. e. c.

Detrás de Jehu unos israelitas trayendo regalos bajo la inscripción en idioma acadio que dice:

Como tributo de  Iaua  (Jehu), “Bit Humri” (de la Casa de Omrí) recibí plata, oro, una vasija de oro, cálices de oro, tazones de oro, estaño, un cetro para el Rey y jabalinas (armas) he recibido de él

Prisma de Taylor

A penas tomó el trono asirio, Senaquerab orquestó una campaña militar contra Judá debido a que el Rey Ezequías suspendió el tributo a Asiria, arrasando 46 ciudades judaítas. Sin embargo, y tras haber sitiado Jerusalén durante varios meses, no logró conquistar la capital gracias a que el propio rey judaíta mandó construir en el año 701 a. e. c. una doble muralla que rodeaban la ciudad, y un túnel para trasladar el agua del manantial del Gijón hasta la piscina de Siloé y evitar que la población muriese de sed.
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El túnel se puede visitar a día de hoy como parte de las instalaciones arqueológicas de Ir David (la Ciudad de David), en Jerusalén. En la mitad del recorrido hay una placa que hace mención a las labores finales de construcción.
 

Final de la perforación. Así fue la perforación; cuando los talladores aún picaban y solo quedaban tres codos para perforar se escuchó a un hombre que gritaba a otro por un desprendimiento en la roca de derecha a izquierda. Y el día que se completó la perforación los talladores se encontraron (los que empezaron por el lado opuesto del túnel y los que empezaron por el otro lado), y sus picos choraron. Y fluyeron las aguas de la piscina (de Siloé), a lo largo de 1.200 codos (700 metros). Y cien codos era la profundidad de la roca desde la superficie de las cabezas de los talladores.

Como fuente extra bíblica a esta batalla tenemos el Prisma de Taylor, o prisma de Jerusalén, que menciona las campañas de Senaquerib contra Hatti, Beit Dagón, Jafa, Bene Brak, Azor, Sidqá, o Ecrón, además de las derrotas de tropas egipcias, y la caballería de Cus (Etiopía), prisioneros, ciudades sitiadas… y del “judaíta Ezequías (o de Judá),

(m ḫa-za-qi-a-a-ú KUR.ia-u-da-a-a)

que no se sometió a mi yugo, sitié y conquisté 46 de sus ciudades fortificadas(…).Como botín hice prisioneros a 200.150 personas entre hombres, mujeres y niños, y a él mismo(a Ezequías), le encerré como a un pájaro en su jaula, en Jerusalén su residencia”. (Fila 18 del documento)

Primer y Segundo Templo de Jerusalén.

La UNESCO hace todo lo posible para evitar que Israel desentierre su pasado histórico en Jerusalén mediante resoluciones condenatorias. Aún así, el Estado del Pueblo Judío por cada metro excavado es una prueba irrefutable que durante siglos existió un Templo judío, situado en en Monte del Templo, también conocido como Explanada de las Mezquitas (pulsa aquí para leer un post que escribí en 2013 sobre el tema).

Son numerosos y muy variados los sellos y bullas que se han ido encontrando en la Ciudad de David (Jerusalén), algunos como protagonistas personajes bíblicos:

El Rey Ezequías de Judá

En el primer sello se puede apreciar en el centro un sol bialado, símbolo de las estrechas relaciones entre Judá y Asiria, y el jeroglífico ank de la cultura egipcia, y en el segundo un escarabajo.



Sellos pertenecientes a mujeres
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Los siguientes sellos son propiedad de dos mujeres; Aliá y Seriah, algo poco común para la época salvo que se hubiera tratado de mujeres de la alta sociedad, o que hayan conservado su derecho a la propiedad e independencia financiera después de su matrimonio, motivo por el cual figuran los nombres de sus padres y no de sus cónyuges

Están tallados bajo la forma denominada escritura en espejo, técnica empleada para que al sellar un documento pueda leerse correctamente.



Roma

Roma, que destruyó en dos ocasiones la soberanía judía en nuestra tierra, contribuye igualmente con pruebas escritas y arqueológicas a la conexión judía en la región.

Es imposible olvidar a Dión Casio (155-229), historiador y senador romano, miembro de una de las familias más importantes de la Antigua Roma, que nos relata las consecuencias de la tercera guerra judeo-romana (132-135), una de las cuales fue la decisión de Adriano de fundar sobre Jerusalén, y no sobre al Quds, Aelia Capitolina en un intento desesperado de Roma por quebrar el espíritu luchador judío por nuestra tierra.

No fueron palestinos sino judíos quienes defendiendo esta tierra lograron arrasar con la Legio XXII Deiotarina, y restaurar la soberanía judía por dos años y medio gobernada por Bar Kojba, líder de la heroica revuelta.

Tetradracma acuñado por Bar Kojba, con el Templo de Jerusalén y en el reverso
el texto «Por la libertad de Jerusalén».
En el Arco de Tito no figura en sus relieves una Media Luna sino una Menorá, símbolo del judaísmo.

El Arco de Tito, en Roma, representa la victoria del emperador Tito (39-81) sobre los judíos en el momento que legiones romanas conquistan Jerusalén y saquean el Tercer Templo, llevándose como trofeo la Menorá y que fue sustituida por una estatua de Júpiter en el Monte del Templo, quebrando así la moral judía por ser éste el lugar más sagrado del pueblo judío.
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Foto del autor de esta web en el Arco de Tito, Roma (2015)

Relieve del Arco de Tito que representa la conquista de Jerusalén. Foto tomada por el autor de esta web

Las consecuencias de la revolución fue la pérdida de la soberanía judía y la intención de Roma de desconectar al pueblo judío de nuestra tierra ancestral, y para lograr dicho objetivo fusionó la Judea de la provincia romana de Siria (64 a. e c. – 638 e. c.), declarando oficialmente la provincia de Syria Paelastina, con capital en Antioquía.
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Como dato añadido, los idiomas oficiales de la provincia de Syria Paelastina eran el griego con una fuerte cultura helenística, fenicio y el arameo siríaco. Los árabes conquistaron Siria a los bizantinos ocupándola a partir del año 638 tras la victoria de la Batalla de Yarmuk.
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Desde el año 638 hasta 1995 no existe indicio alguno, en la historia o en la arqueología, que existiese una soberanía independiente palestina. Palestina existió únicamente como provincia, durante la dinastía Omeya (661-750), el califato Abasí (750-945), los turcos selyúcidas (1037-1157), además de bajo el dominio cruzado (1098, 1099-1187, este último fue el único período de la historia que Jerusalén es capital), después bajo el dominio de Saladino estableciendo la dinastía de los ayubíes (1171-1250), Mamelucos (1250-1517) y bajo el imperio Otomano (1517-1923), y finalmente pasando a ser parte del Protectorado Británico en 1920
La Partición de Palestina aprobada por Naciones Unidas en 1947 hubiera sido el único momento en la historia en que Palestina, como nación independiente, podría haber existido. Sin embargo, una vez acabada la guerra árabe-israelí Jordania y Egipto conquistaron y se apoderaron de las regiones que iban a ser Palestina.
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Mapa de 1962 de la Biblioteca Universal de LIFE en español
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La Palestina política.

La soberanía administrativa de Palestina comienza en 1995 tras los Acuerdos de Oslo. Israel acuerda ceder a la Autoridad Palestina para un futuro estado palestino extensas áreas de Judea y Samaria (Zonas A y B), la tierra por la que cientos de miles de judíos murieron defendiendo. Es en esta fecha cuando Palestina por primera vez en la historia tiene una cierta soberanía propia.
Para Gobbels «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad».

Quizás el líder nazi y los que actualmente comparten ideología común contra el pueblo judío pensaron que la historia puede reescribirse. Los llamados revisionistas puede que quieran manipular a su antojo la realidad de esta nuestra tierra, pero para que les crean no tendrán otra alternativa que destruir todo vestigio arqueológico al más puro estilo Daesh.

Yom Shishí 22 de Adar II de 5776 
     Viernes, 1 de  abril de 2016

דוד יאבו
David D. Yabo