בס״ד
Los detractores al Estado del pueblo judío argumentan, sin haber leído al autor griego, que Palestina ya existía en tiempos de Heródoto (siglo V a. e. c.), con el fin de justificar una narrativa palestina, muy cogida por los pelos, de la existencia de una entidad independiente «desde Jordán hasta el Mediterráneo» en tiempos antiguos. Nada más lejos de la realidad.
En primer lugar, Heródoto, pese a ser considerado tradicionalmente como el ‘padre de la Historia’ en el mundo occidental es un personaje cuestionable y cuestionado en múltiples ocasiones. Un ejemplo nos lo ofrece Manuel Balasch -de quien hago mi fuente para escribir parte de este artículo-, explicando la confusión de Heródoto con el linaje de los lacedonios, su creencia en leyendas que da por verídicas o errores geográficos flagrantes. Algo comprensible si se alimentaba de recopilar historias de lugareños.
Heródoto de Halicarnaso (actual ciudad de Bodrum, en la costa mediterránea turca) llegó a escribir nueve libros en los que narraba sus viajes por Asia, África y Europa dando así forma a su gran obra Historias, centrándose en las rivalidades entre persas y griegos, y algún que otro cotilleo y líos de faldas. Y sí, en sus viajes el escritor griego hace mención a palaistine (Παλαιστίνῃ = Tierra de los Filisteos). Como ya explica Manuel Balasch en su edición de Heródoto Historias (Cátedra, Letras Universales), el término Palestina en Heródoto no es unívoco, pues a veces significa el ámbito geográfico y otras aproximadamente el territorio que conforman el actual Estado de Israel. Hasta en seis ocasiones menciona dicha región:
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Libro I CLÍO [trata sobre la victoria de Ciro el Grande sobre Creso el lidio]
– 105 Desde donde avanzan (se refiere al rey de Media Ciaxares y su ejército en el año 612 a. e. c.) contra Egipto. Estaban en Palestina de Siria y les sale al paso Psamético (XXVI Dinastía), rey de Egipto, cargado de presentes, y les ruega que cesen en su avance. [pag. 127]
A continuación el texto señala que se retiran a la ciudad de Ascalón ciudad de la Siria.
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Libro II EUTERPE [trata sobre la conquista de Cambises II a Egipto]
– 104 (…) de entre todos los hombres los cólquicos, los etíopes y los egipcios son los únicos que desde que existen se circuncidan. Pero los fenicios y los sirios de Palestina llegan a admitir que lo han aprendido de los egipcios. [pag. 242]
– 106 De las estelas erigidas en los diversos países por Sesostris, el rey egipcio, la mayoría es imposible de verlas. Pero en la Siria palestina yo mismo las contemplé. [pag. 243]
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Libro IV MELPÓMENE [trata sobre el reinado de Darío I]
– 39 Desde Persia hasta Fenicia el territorio es ancho y muy extenso. Por lado esta península que se extiende desde Fenicia a lo largo de este mar hasta Palestina de Siria y Egipto, en que termina. [pag. 407]
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Libro VII POLIMNIA [trata sobre la segunda guerra médica]
– 89 El número de trienes se elevó a mil doscientos siete, suministrados por los que siguen: los fenicios, conjuntamente con los sirios de Palestina (…). Estos fenicios vivían desde antiguo, como ellos mismos dicen, junto al Mar Rojo. Salieron de ahí y habitaron el litoral de Siria. La región de Siria y todo lo que hay (en el litoral) hasta Egipto se llama Palestina [pag. 693]
Como podemos comprobar en todas las alusiones a Palestina Heródoto se refiere a ella como una región integral o dependiente de Siria y no como una entidad independiente o soberana, y un ejemplo claro lo obtenemos cuando menciona que Ascalón es una ciudad perteneciente a Siria, y no a Palestina. También especifica dónde se encontraba dicha región. Pero, antes de continuar, ¿a qué «palestinos» se refiere Heródoto?
El origen del nombre palaistine proviene de los invasores pueblos del Egeo. Egipto se refirió a estos invasores como Los Pueblos del Mar, como así lo atestiguan las inscripciones de Karnak (1208 a. e. c.), y en los jeroglíficos del templo de Medinat Habu (1155 a. e. c.), en Tebas, en el que se identifican a tres pueblos -los denye, los filisteos y los tjeker-, escenificando importantes batallas que tuvieron lugar en Egipto. Después que el país de los faraones logró repeler su ataque, uno de estos pueblos invasores -filisteos- se asentó en un territorio comprendido entre la actual Franja de Gaza hasta el norte de la actual ciudad de Ashdod. Filisteos e israelitas fueron rivales históricos hasta la completa pérdida de su autonomía política filistea en el año 734 a. e. c., tras la conquista1 y anexión a Asiria por parte del rey Tiglatpileser III, lo que nos da una pista de por qué Heródoto pueda expresarse con el término «la Palestina de Siria».
Debemos visualizar la región que comprende desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo no en un mapa, liso y llano, sino como lo que realmente fue y es: una región costera fácilmente penetrable en caso de invasión, y una cadena montañosa en el interior, desde el sur justo cuando comienza el desierto del Neguev hasta el norte, la actual ciudad de Jenin.
Para entenderlo mejor, hagámonos eco de las rutas elegidas para las conquistas asirias, medias y babilónicas.
Conquistas
En el año 701 a. e. c., apenas tomó el trono asirio, el rey Senaquerib orquestó una campaña militar contra Judá debido a que el Rey Ezequías suspendió el tributo a Asiria arrasando con hasta 46 ciudades judaítas. En el Prisma de Jerusalén, un hallazgo arqueológico de arcilla roja en escritura cuneiforme que relata los anales del citado rey asirio, encontramos una lista de ciudades que sitió primero; las filisteas Jafa, Bene Brak, Azor, Sidqá o Ecrón, para luego sitiar las judaítas Timná, Lakis y finalmente la capital Jerusalén, entre muchas otras. El Prisma también nos ofrece una mención al rey «Ezequías de Judá«
mḫa-za-qi-a-a-ú KUR.ia-u-da-a-a).
En el siguiente mapa podemos observar el trayecto de la campaña militar y comprobar que la primera región en ser invadida fue filistea debido a su situación geográfica.
El mapa incluye en blanco las líneas de armisticio de 1967 + Jerusalén (1980)
Treinta años después, en el año 671, su hijo y sucesor Asarhaddón, rey de Asiria, conquista Menfis en Egipto y parte del delta. Lo hace con ayuda fenicia y de reyes filisteos, por lo que entendemos que, al igual que su padre, recorrió la pentápolis filistea ubicada en la costa del levante y no atravesando toda la región ya que en ese momento gobernaba en Judea el Rey Manases, y atravesarla hubiera significado una declaración de guerra.
Casi sesenta años después, el rey de Media Ciaxares trató de conquistar Egipto, hasta que Psamético I le detiene con ofrendas a mitad de camino, relato que encontramos en el Libro I CLÍO, anteriormente mencionado. Heródoto, que escribe sobre esta incursión casi doscientos años después de que tuviera lugar, utiliza el término «Palestina» sin duda refiriéndose a que tuvo lugar en tierras filisteas, o sea, en la costa levantina, al igual que hicieron Asarhaddón y Senaquerib un siglo antes, y no atravesando Judea. Por lo cual, la Palestina de Siria a la que hace referencia Heródoto no es la región que comprende desde el río hasta el mar, sino una pequeña porción costera dependiente en su día de Asiria.
Para reforzar esta teoría, en su Libro III TALÍA Heródoto nos trae un relato sobre la problemática del rey Cambises para su campaña contra Egipto (525 a. e. c.), pensando en cómo poder atravesar el desierto, a lo que un asesor le aconsejó seguir los pasos de anteriores conquistadores «desde Fenicia hasta el límite de la ciudad de Caditis«, que es la ciudad de Gaza, «el país que pertenece a los sirios, que se llaman así mismos palestinos«. [pag. 295] Heródoto no puede ser más claro: el pueblo al que llama palestino que habitaba en la costa levantina, y solo en la costa, no era un pueblo independiente sino que pertenecía a Siria.
No es posible que Heródoto omitiese deliberadamente la existencia de una soberanía judía en toda su obra, ya que durante la época que recorrió el levante los judíos estaban reconstruyendo su capital y el Segundo Templo de Jerusalén. La explicación más sencilla suele ser la mas acertada, y es que los personajes que él menciona no pasaron o atravesaron el reino de Judea en ningún momento.
Fin de los filisteos
Ocho décadas antes de que Cambises conquistase Egipto y se convirtiera en Faraón de la XXVII Dinastía, Nabucodonosor II arrasa la Pentápolis filistea en el 604 a. e. c. y sus gentes fueron transferidas a babilonia asentándose en al-Hazatu, próxima a Nippur, ciudad en la cual pertenecían los exiliados de Aza (Gaza), asimilándose con el tiempo, y poco después, siguiendo el mismo trayecto que anteriores invasores, destruye Judea (587), dando comienzo el primer gran exilio judío a Babilonia -a al Yahudiya-. Cinco décadas después el pueblo judío comenzaría a regresar a Judea por decreto de Ciro el Grande.
Testimonios de presencia filistea en Babilonia, tras la destrucción de la pentápolis filistea.
Un estudio genético reciente ha confirmado lo que la historia y la arqueología llevan siglos demostrando; los actuales palestinos nada tienen que ver con los antiguos filisteos. La investigación fue publicada por la Expedición Leon Levy en Ashkelón, una de las cinco ciudades-estado filisteas.
El citado estudio utilizó muestras de ADN antiguas descubiertas en excavaciones entre los años 1985 y 2016. Después de analizar todo el genoma de personas que vivieron en Ashkelón entre los años 2800 y 3600 a. e. c., el resultado fue que su ascendencia provenía del sur de Europa, origen de Los Pueblos del Mar. Además,
Y esto precisamente lo encontramos también en Historias de Heródoto en su Libro III TALÍA cuando hace mención a las partes más extremas del mundo habitado y habla del país de los árabes, que lo sitúa en la península arábiga, realizando una descripción de la región tanto de su flora y fauna.
La otra Historia no contada
Pudiera ser que a Heródoto le faltaron historias cuando escribió Historias en torno al año 430 a. e. c., época de la dominación aqueménida en la Tierra de Israel (539-330), región cuyos conquistadores denominaron Yehud, del hebreo Yehudá (Judea), y varias monedas acuñadas durante la época dan testimonio de ello.
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En el año 445 a. e. c., quince años antes de escribir Historias, los judíos comenzaron a reparar las murallas de Jerusalén bajo el liderazgo de Nehemías. Dicha reparación fue la continuación a la reconstrucción iniciada por Zerobabel en el año 537 -por orden de Ciro el Grande, que además permitió a los judíos la reconstrucción del Templo-, y paralizada por los samaritanos2
Adriano, el destructor de Jerusalén
En el verano de 135 e. c. Bar Kojba, líder de la revuelta judía contra Roma, pierde Jerusalén y se retira con su ejército a la fortaleza de Betar, que más tarde fue sitiada y tomada.
El número de judíos muertos se estima al rededor de 600 000.
Adriano toma la provincia romana de Judea y prohibe la Torá, el calendario judío y manda ejecutar a rabinos y estudiosos. En la zona del Templo manda construir una estatua a Júpiter y otra de él mismo. Además, y para asegurarse de una victoria sobre los judíos, eliminó la denominación de Judea para la región sustituyéndola renombrándola como Paelestina-Syria, y finalmente fundó Aelia Capitolina sobre las ruinas de Jerusalén.
Adriano trató de destruir el nacionalismo judío suprimiendo la denominación territorial de Judea por la de Paelestina-Syria, momento en el cual la región entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo comenzó a denominarse tal, hasta la invasión árabe en el siglo VII que fue conocida con el término árabe Bilad Al-Sham, o País del Sham. Más tarde los cruzados (siglo IX), la llamarían Tierra Santa o Outremer, o ultramar. Con la reconquista musulmana la región arabizó su nombre siendo al-Ard al-Muqaddasa, Tierra Santa, y durante la ocupación británica fue nombrada como Mandato Británico de Palestina – Eretz Israel א״י (Tierra de Israel), como así lo atestiguan las monedas acuñadas por los británicos.
La región entre el Río Jordán y el mar Mediterráneo ha tenido numerosos nombres; durante la época egipcia fue conocida como Retenu (Imperio Medio), siendo su región sur denominada como Dyahi (Imperio Nuevo), aunque el término más utilizado en las cartas de Amarna es el de Kinahni (Canaán). Canaáncomprendía la región mencionada, incluso parte Fenicia (actual Líbano). Durante la soberanía judía se repartió entre Judea (el sur) e Israel (norte), región conocida bíblicamente como Eretz Israel (la Tierra de Israel), al tiempo que la región costera se llamaba filistea. Yehud bajo los persas, Celesiria en disputa entre tolemáicos y seléucidos, Judea bajo el reinado hasmoneo, Judea como provincia romana, Palaestina-Syria impuesta por Adriano, Bilad al Sham para los árabes, Tierra Santa & Outremer para los cruzados, Mandato Británico de Palestina – Eretz Israel, y finalmente bajo soberanía judía, el actual Estado de Israel o Erets Israel.
No podemos culpar a Heródoto de no ser más específico en su gran obra en cuestión a los límites de esa «Palestina de Siria«, ya que jamás hubiera imaginado que veintiséis siglos después a un grupo de indocumentados agarrándose a un clavo ardiendo, intenten justificar lo injustificable, utilizando un referente como Heródoto para negar el vínculo del pueblo judío con nuestra Tierra ancestral, simplemente porque el historiador griego centró toda su obra en persas y griegos.
Querer disfrazarse de filisteos porque Adriano cambió el nombre de Judea por el de Palaestina, nombrado de pasada por Heródoto, para borrar la esencia judía de lo que hoy es el Estado de Israel, además de ser un pobre y estúpido argumento que no se sostiene ni étnica ni históricamente hablando, es una confirmación de su mismo deseo de borrar al Estado del Pueblo Judío de la faz de la tierra.
Y eso se llama antisemitismo.
Yom Rishon, vigésimo primer día del sexto mes
21 de Elul de 5781 – 29 de agosto de 2021
1 En el 732 Tiglatpiser III acudió a la petición de ayuda del rey Acaz de Judá debido a la alianza entre el Reino de Israel y Aram-Damasco, lo que provocó la invasión de Samaria.
2 Debido a que no se les permitió colaborar en la reconstrucción de las murallas, ya que de cara a los judíos, los samaritanos no pertenecían al pueblo de Israel y sus costumbres eran visiblemente distintas, lo que provocó un cisma religioso.
Tras la reconstrucción de las murallas Nehemías fijó la lectura pública de la Torá, una tradición que aún dura en nuestros días. Cada semana -lunes, jueves y Shabat-, leemos una de las 54 perashot (porciones) de la Torá que narran desde el principio de los tiempos y los inicios del Pueblo de Israel (Génesis), nuestra liberación de la esclavitud de Egipto (Éxodo), y estadía en el desierto donde Di-s entregó la Ley a Moisés en el Monte Sinaí, hasta alcanzar la Tierra Prometida (Levítico, Números y Deuteronomio).
1 comentario
Severo · 12 de septiembre de 2021 a las 05:52
Perfecto. Gracias por este gran trabajo que a muchos nos saca de tanta ignorancia.